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Captando de cerca lo que está lejos.
Ramón Rosales Linares
rrosaleslinares@gmail.com
@rrosaleslinares.
Inauguramos este espacio-catalejo aventurándome a ir al pasado, para “captar” algo que pueda ayudarnos a mirar los más “lejos” de este presente angustioso por la crisis del COVID 19. Catando el pasado reafirmo mi fe en la capacidad del Homo sapiens que permitirá, no sin dolor, superar la actual pandemia.
Como ha ocurrido en el pasado, tragedias como la del coronavirus dinamitan el futuro tal y como se venía proyectando. Convendrán conmigo que en la generalidad de los pronósticos que se venían haciendo a finales de 2019 sobre el futuro se centraban en la economía, la geopolítica, el cambio climático, desastres naturales, pero poco se incluía a las pandemias.
La explicable insuficiencia de estadísticas confiables de las epidemias en siglos pasados, nos obliga a memorizarlas a partir del legado de escritores como el inglés Daniel Defoe, Diario del año de la peste (1722) el italiano Alessandri Manzoni Los novios (1842)o el francés Albert Camus, La peste (1947) De acuerdo a los particulares enfoques de estos catadores del pasado se revelan diferentes aristas que tienen tragedias similares al coronavirus. Mientras Defoe aborda la peste que azotó Londres desde finales de 1664 hasta 1666 y que cobró entre sesenta y cien mil vidas en Inglaterra, Manzoni, dentro de su foco central de una tragedia amorosa, alcanza a reflejar las vicisitudes de la peste que azotó a Milán y otras ciudades italianas entre 1629 y 1631, cobrándose casi trescientas mil vidas. Por su parte, Camus emplea en su novela una epidemia de cólera que acaeció en la ciudad argelina de Orán en 1849. Al parecer las crisis sanitarias, en el pasado, debían esperar varios años para convertirse en temas literarios. Me pregunto cuándo y dónde surgirán las primeras obras literarias del COVID 19. ¿Será un chino relatando la tragedia de Wuhan? ¿O un latino escribiendo sobre los estragos del COVID 19 en New York?
Otear el horizonte requiere cada vez más un apoyo sustantivo de conocimientos y también apreciar los vientos que soplan (https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images)
Lo que distingue al coronavirus de otras calamidades que son casi cotidianas como las muertes por hambre, malaria, VIH, etc. es que hace visibles a las víctimas, generándose así una reacción inmediata, también visible, como el uso de máscaras y trajes de seguridad del personal que atiende a los pacientes. Los quinientos mil muertos de cáncer que se dice ocurrieron por la crisis financiera del 2008 no se visualizaron uno a uno ni salieron en televisión. Es la visibilidad de los estragos lo que nos tiene paralizados esperando que pase lo peor con la esperanza de que en esa espera no sucumbamos. Los más complejos desafíos están en el post coronavirus.
Los variados efectos de una pandemia se expresan en diferentes dimensiones: en lo individual, en el alcance geográfico y en las repercusiones diversas que tienen lugar. En lo individual destacan, a mi parecer, el auto control, la sindéresis y la introspección religiosa espiritual con los cuales cada quien reacciona ante una situación de crisis. No hay metodología estadística que registre la cuasi infinita variedad del comportamiento humano ante escenarios como el del coronavirus. La Big Data está disponible para los mineros que escarbaran buscando patrones de conducta, sobre todo aquellos que sean comercializables por “influencers”. Alertas debemos estar para esquivar a los vendedores, y revendedores, de datos infectados que nos contaminaran las decisiones sociales, políticas y económicas que habremos de adoptar cuando abandonemos el enclaustramiento actual. Mosca pues.
El espacio geográfico impactado por el COVID 19 es directamente proporcional al alcance geográfico de la globalización económica que, a pesar de preferir sus promotores que solo haya movilidad física para el capital y no para la gente, esta se mueve aun en los compartimientos estancos de la Aldea Global del Siglo XXI. Me pregunto qué pasará con las corrientes migratorias reprimidas desde los llamados países desarrollados cuando tengan necesidad de apelar a mano de obra barata para reconstruir sus economías. Algunos esperan que el tele trabajo se incrementará durante y después del coronavirus dando, o preservando, empleo, a quienes dominen técnicas digitales, pero siempre se necesitara que un Homo sapiens, o varios, entregue físicamente el bien transado en la economía digital, aun cuando ese bien haya sido obtenido en una impresora 3D. ¿O se masificarán las entregas mediante drones? ¿Habrá espacio para la circulación de tantos drones?
En donde es esperable impactos a granel es en las instituciones que conforman el tejido socio político y económico de los países, en el entendido que estas, aun siendo constructos del hombre, están dotadas de una inmensa capacidad de sobrevivencia y habrán de ajustarse, como siempre lo han hecho en el pasado, para seguir ejerciendo su influencia. La Familia seguirá siendo la base de la sociedad y encontrará los medios para seguir prestando lo más preciado de ella que no tiene ninguna otra institución: amor y solidaridad. Seguiremos teniendo Estado, probablemente más repotenciado en su incumbencia hacia los servicios públicos, sostenedores de las condiciones básicas de la sociedad. El Mercado será el que tendrá los mayores ajustes y probablemente consumirá bastante tiempo para alcanzar cierta normalidad. La Academia, es decir la educación y la ciencia, tienen también su desafío muy específico: buscar las soluciones que el nuevo Estado y el nuevo Mercado le demanden. La Religión, gran aliada en estas horas, aún para los “ateos” seguro metabolizará la epidemia como en el pasado y persistirán las confrontaciones que arrastran desde milenios. Los militares, hoy al frente de muchas labores para superar al enemigo COVID 19, seguirán jugando los roles de disuasión y represión de siempre, en función de la geopolítica que seguirá debatiéndose en el medio del caos que ella misma genera y alimenta a veces hasta con morbosidad. Cerca, no lejos, está un nuevo tinglado institucional que el coronavirus nos está dejando.
Ingeniero Industrial
(1972, Universidad de Carabobo, Venezuela)
Maestría en Administración de Empresas
(1986, Instituto de Estudios Superiores de Administración, IESA, Venezuela)