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¨ El hombre superior es persistente en el camino cierto y no sólo persistente¨
Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.
Desde la psicología, se habla de resiliencia como la capacidad que tiene una persona para recuperarse de situaciones o acontecimientos que representan dificultades en la vida o expresándolo más ilustrativo, la fortaleza que tiene para salir airoso ante las caídas que esta le depara. Por supuesto, algunos tendrán mayor o menor capacidad, dependiendo de múltiples variables pertenecientes a su matriz de experiencia individual, así como de las formas que utiliza, consciente o inconscientemente, para abordar y solventar las situaciones que lo afectan.
Buscando fortalecer la reflexión, sin tener la intención de hacerlo con el tino de un científico o experto, lo primero que se encuentra acerca de la mencionada capacidad es la escala de medición psicométrica establecida en la década de los noventas, con la cual se logra establecer de forma fiable y válida, el nivel de adaptación psicosocial de una persona frente a eventos importantes de la vida. Esto se destaca porque, tal como lo diría cualquier ingeniero, lo que no se mide no se puede gestionar.
Ahora bien, si ya conocemos que se puede medir el nivel de resiliencia ¿Será posible ubicar métodos para mejorar ese ranking¨? Pues sí, existen métodos que permiten afrontar las situaciones de alto estrés y por supuesto al aplicarlos, se pudiera impactar positivamente y conseguir la recuperación post situaciones difíciles y mejorar en la escala mencionada.
En consecuencia, se ubican dos estrategias desde un enfoque general. Una es la de Resolución de Problemas, evidente y totalmente racional, tipo causa-efecto que demanda encarar la situación frontalmente y de allí ubicar las alternativas de solución; y la otra, es la de Regulación Emocional, mediante la cual se pretende dar gestión a las emociones que se despiertan en consecuencia de las situaciones problemáticas. Por supuesto, estas estrategias no son necesariamente excluyentes entre sí.
Dado lo anterior, si contamos con medición fiable y tenemos mecanismos para mejorar el performance, entonces ¿Qué falta a esta ecuación?
Simple y claramente todo gira en torno al ser humano y con todo lo sapiens que representa, también es de características emocionales muy complejas, multivariables, con matices profundos en conocimientos, experiencias, vivencias, creencias; y por si fuera poco, ahora impactado por circunstancias cada vez más complejas, aceleradas, volátiles y ambiguas que se presentan aceleradamente en su dinámica diaria. Por lo tanto, la ecuación no genera solución única.
¿Será el híbrido entre la aplicación de lo racional y la vivencia de lo emocional, la fórmula individual que se debe practicar conscientemente para mejorar en el rendimiento en cada aspecto humano, mejorar en la escala de la resiliencia y por supuesto, lo que es más importante, lograr un mejor nivel de vida? Pues, esa respuesta queda para la experiencia individual de cada quien y para el estudio de los expertos del área, pero lo que si se evidencia es que practicar y aceptar las experiencias, del tipo que sea, permite establecer mecanismos de aprendizaje, que luego de reflexiones impulsan mejoras en la actuación personal.
La vida permite y presenta todo tipo de aconteceres, así que el insumo para practicar y mejorar siempre existirá. Y si deseas fortalecerlo desde un enfoque más religioso, no dejes de confiar porque ¨ Dios, no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que puedan soportar¨.
MBA – IESA
Negocios Internacionales – IE
Business Consultant
Emprendedor