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¨La primera y mejor victoria es conquistarse a sí mismo¨
Platón (427-347 A.C)
En tiempos de Juegos Olímpicos, llamados en esta oportunidad Tokio 2020 aunque se estén realizando en el verano del siguiente año de la mencionada ciudad asiática, muchos acontecimientos se generan a su alrededor y van escribiendo historias que sin duda son estimulantes desde hoy y para tiempos futuros.
En la actualidad nos llena de admiración y satisfacción observar como tantos seres humanos se esfuerzan por romper los mejores registros, lograr las victorias, mejorar sus propias marcas o al menos, terminar las pruebas conformando, junto a un pequeño grupo de atletas de todo el mundo y dentro de su deporte o disciplina, un nivel superior deportivo o también llamado ¨élite¨.
Todas estas personas que dedican su vida al deporte, adicionalmente de ser atletas, tienen sobre sus hombros el peso de ser referencia para otros que los consideran ídolos y por tanto, dignos para ser modelo de comportamiento. Su vida va más allá de ganar oro, plata o bronce, se asocia directamente a todo lo que significa el ¨espíritu olímpico¨ cuyos principios de fraternidad y hermandad los ubican en lo más alto de la esencia humana.
Entendiendo lo anterior, estar allí representando a su país, ya es un gran logro que debe celebrarse.
Estar allí solo se logra por la obtención de victorias previas o la obtención de marcas que cumplen con las exigencias globales del Comité Olímpico y por tanto, se alcanzan con años de disciplina y mucho sacrificio que sólo un atleta puede reconocer.
Estar allí, particularmente en esta cita de Tokio 2020, evidencia adicionalmente la necesidad de un mayor nivel de compromiso por parte del participante, el cual le permitió mantener la concentración, el foco y activar el entusiasmo día tras día, aunque a su alrededor las condiciones eran hostiles, inéditas, volátiles y llenas de incertidumbre.
Estar allí y participar usando el uniforme con los colores del país que representa, también debe admirarse porque tuvo la valentía de superarse a la angustia y al dolor de saber que ya más de 200 millones de personas en el mundo entero fueron víctimas de la crisis sanitaria del Covid19 y las sociedades enteras siguen sufriendo consecuencias realmente inesperadas.
Estar allí, atendiendo la competitividad con dignidad y nobleza, haciendo el mejor desempeño con respeto a las normas y a tus contendores, sea cual sea el resultado que se obtenga; ya es una gran victoria.
Estar allí, en la máxima cita del deporte mundial, es ser parte protagónica de una pequeña-gran muestra de lo que se puede hacer con decisión, convicción y responsabilidad. Este esfuerzo de atletas, técnicos, voluntarios, ciudadanía y por supuesto de los organizadores, deja un buen sabor de boca en tiempos donde cada ilusión, esperanza y sueño tiene gran valor.
Otorguemos un poco de libertad a la imaginación y viajemos en el tiempo unos 20 años. Seguramente y como sólo un posible ejemplo, algunos jóvenes nacidos en el hoy, podrán preguntar por qué todos los logos e imágenes asociadas a los Juegos Olímpicos Tokio 2020 señalan un año, cuando en realidad se celebraron al siguiente inmediato. Recordar los argumentos de la decisión tomada por los encargados del evento, entre muchas otras anécdotas, incluyendo la medalla de oro compartida de manera intencional entre el atleta Qatarí y el Italiano en la prueba de Salto Alto, será una historia digna de contar.
REFERENCIAS
Imagen principal por Bryan Turner en Unsplash
MBA – IESA
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