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Todos quieren el secreto de un verdadero liderazgo, saber la fórmula para ejercer influencia en los demás, pero no necesariamente están dispuestos a renunciar a sus prácticas a la hora de dirigir a las personas, más bien la tendencia es a autoengañarse, manteniéndose en su zona de confort y creyendo que están actuando como grandes líderes.
En mis treinta años de práctica profesional como psicóloga empresarial, he visto a muchos jefes llevar adelante sus estrategias con el personal, creyendo que están haciendo lo correcto. Estoy segura de que están haciendo lo mejor que pueden hacer, partiendo de los recursos con los que cuentan, pero la mayoría de las veces, eso que creen que es lo correcto, dista mucho de ser la mejor estrategia para lograr el mejor rendimiento en su personal. Por el contrario, muchas veces, esas estrategias terminan siendo una gran fuente de conflictos y desmotivación, en otras palabras, son todo lo contrario de lo que la buena voluntad del jefe pensaba que eran.
El mundo empresarial es un sistema que recrea, en gran medida, los niveles de evolución o maduración psico-relacional de las sociedades y de los individuos. Hay empresas con mayor nivel de madurez psicológico y emocional que otras. Esto dependerá de los niveles de conciencia de los líderes que la conformen y de la cultura que se origine a partir de la dinámica de funcionamiento de los valores operantes.
Cuando las empresas dependen de sus niveles más altos para tomar cualquier decisión, con personal con poca o ninguna autonomía y más bien con miedo a pensar y opinar diferente de sus líderes, con una administración totalmente concentrada y controlada estrictamente, con poca capacidad para innovar y crear, con ambientes rígidos, estamos frente a empresas tipo tribus, sociocentradas, en las que la autoridad la tiene una persona o un muy pequeño grupo de personas, al mejor estilo del cacique de la tribu.
Todas las decisiones las toma ese núcleo de poder o reflejan la forma, indiscutible, de pensar de ese pequeño equipo o de esa única persona. Estas empresas dan poco margen para que su gente se desarrolle fuera de los límites que impone la cultura organizacional, la cual refleja, en exclusiva, la forma de pensar del cacique. No hay espacio para las diferencias, los roles están muy bien definidos y aquellos importantes, ya están ocupados y son, por lo general, inamovibles, vitalicios, e incluso heredados, no importa si quienes los ocupan son competentes o no, lo que importa es que reflejen la forma de pensar de la única cabeza válida y que sean leales a la causa. Revelarse al patrón establecido, representa traición y expulsión segura de la tribu.
Aquí la premisa es, ¨yo soy en función de qué tan cerca estoy del líder¨, mi valor me lo otorga el líder en función de mi lealtad y alineación con su forma de pensar. Es una etapa pre- personal, en donde el individuo no cuenta como alguien con criterio propio, sino como una extensión de la cabeza principal que tiene todo bajo control. Aquí hay un nivel bajo de conciencia y poca capacidad para darse cuenta.
En otras palabras, las personas que conforman esta empresa no son capaces de mirarse, ni de saber cómo afectan sus comportamientos a su entorno, no saben de sus fortalezas ni de sus debilidades, confunden sus opiniones con la verdad, y no tienen idea del otro, porque prácticamente el otro no existe. Para el líder, los demás, son un mero reflejo de sí mismo, por lo que no se preocupa en conocerlos verdaderamente.
Por otro lado, están las empresas egocentradas. Estas empresas buscan destacarse, ser las mejores por su productividad. Estas empresas permiten la individuación, refuerzan la creatividad y el pensar fuera de los límites de lo establecido. Estimulan la competencia y se enfocan en ganar. Pero como contrapartida, refuerzan los egos individuales y están conformadas por personas ambiciosas, deseosas de demostrar lo muy buenas que son en comparación con los demás.
No entienden mucho de inclusión ni de diversidad, para ellos, están los buenos y los malos, los que ganan y los que pierden. A estas empresas les cuesta mucho crear un sentido real de equipo, de integración, porque la mayoría están velando por sus propios intereses personales o del pequeño grupo. La gente de esta empresa, por lo general, no se sentirá tan comprometida con la misión de la organización, sino más bien con sus objetivos personales.
En este tipo de empresa ser competente es importante, pero más valioso aún, es alcanzar lo propuesto, el fin termina siendo más importante que los medios. Para ellos los demás son una amenaza. El otro es visto como un rival a quien hay que aniquilar. Son empresas con líderes que van detrás de los números exclusivamente, si se preocupan por su gente, no es realmente porque les preocupe el personal, es porque ellos son un medio para alcanzar el fin. Cumplir con las exigencias, muchas veces implica grandes sacrificios personales.
A los líderes, lo que le importa de su gente, es que esté alineada con la productividad y con competir para ganar cada vez más. No están pendientes de generar un ambiente de trabajo agradable sino retador y desafiante, en los que unos compitan con otros en demostrar quién es el mejor, y en el que gane el más apto y los demás se vayan quedando en el camino. Es un ambiente en donde no hay mucha confianza entre unos y otros, ya que suelen competir entre sí. Aquí la premisa es ¨yo o los otros¨. Hay un nivel medio de conciencia y una capacidad de darse cuenta desarrollada hasta cierto punto. Las personas son capaces de darse cuenta de sus fortalezas, de sus debilidades, de sus oportunidades y de las del otro, que suele ser visto como un rival,
Y por último están las empresas transpersonales, que estimulan la cooperación entre sus individuos y entre los equipos. En donde el liderazgo no es ejercido por una persona en particular, sino que se va rotando espontáneamente en función de las competencias, los requerimientos y las circunstancias, de las personas y del momento. Son empresas que se rodean de personas maduras, autónomas, responsables, con un alto nivel de conciencia, capaces de alinear sus metas personales al mayor bien común.
Gente competente más que competitiva. Capaz de conformar equipos reales de alto rendimiento. Personas capaces de demostrar su talento personal sin tener que opacar a nadie o pasar por encima de nadie. Colaboradores que entienden que forman parte de un todo, que es más grande que él, en el que su participación es importante, pero no más importante que la de los demás. En el que todos son únicos, pero no especiales. En donde los valores elevados, la ética, la creatividad, la cooperación, la excelencia, el bienestar, el respeto, el orden, la diversidad, la inclusión, la felicidad, la paz, surgen de forma espontánea.
Aquí la premisa es ¨yo y el otro, nosotros, el equipo¨. Hay un alto nivel de conciencia y una excelente capacidad para darse cuenta, para observar y comprender tanto a sí mismo, como al otro, al entorno y a las circunstancias, como un todo.
Todos los líderes tienen la capacidad para ejercer el liderazgo de forma consciente, es decir, estando despierto en cada momento, procurando optar por el mayor nivel de conciencia y de madurez posible ante cada situación, a través de la intención y de una voluntad personal que fluya espontáneamente con los más elevados valores. El liderazgo consciente pasa a ser entonces un ejercicio de unidad.
Cada empresa y cada persona funcionan según su nivel de evolución de la conciencia. Por lo general la vida nos une al tipo de trabajo y de organización que refleja mi nivel personal de evolución y me expone a las experiencias de vida que me permitan ir creciendo e ir despertando a más altos niveles de conciencia.
La idea es que vayas descubriendo si estás funcionando desde un nivel de tribu, en el que tus acciones son meramente un reflejo mediocre de una cultura limitada por esquemas rígidos, por miedo a decir lo que de verdad piensas; o si estás estimulando tu ego personal, creyendo que eres mejor que otros o pensando que la gente como tú son mejores que los demás, menospreciando a quienes asumen los retos de forma diferente y creyendo que la vida es una competencia diseñada para que gane el más apto; o, si por el contrario, eres de los que construye ambientes armoniosos, inclusivos, que no te sientes amenazado de compartir el poder y el liderazgo con los otros, que consideras a los demás tan importantes como tú, y que velas por la productividad y el bienestar de las personas.
REFERENCIAS
Versión desarrollada por nuestros aliados de WorkTogether Group a partir del artículo publicado en su portal https://worktogethergroup.com/#!/blog/el-lider-despierto/29/p/
Imagen principal por Christina @ wocintechchat.com de Unsplash
Msc en Psicología Clínica
Experta en Dinámica de grupos y fortalecimiento de liderazgo
Consultora de Worktogether Group