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Dra. Elizabeth Zapata
Médico Internista
Profesora de Bioética
elyzapata@gmail.com
Bioética: La primera vacuna contra el COVID 19
En los tiempos de esta pandemia ¿existirán los recursos suficientes para atender a todos los pacientes que lo requieran? Se habla y se especula mucho. A medida que aumentan exponencialmente los números de víctimas, el temor de instituciones y gobiernos se acrecienta ante su incapacidad para resolver dicha demanda. Aparecen los conflictos de valores y es tiempo entonces de establecer criterios. Lamentablemente, no podemos salvarlos a todos. Cruel, pero realidad. Allí es donde la BIOÉTICA y el profesionalismo médico entran en escena. ¿Qué significa la BIOÉTICA UTILITARISTA? Esta aparece cuando hay una limitación extrema de recursos tanto materiales como de personal, como la actual, definida como CATÁSTROFE SANITARIA. Consiste en aumentar los mejores resultados para la mayor parte de la población, teniendo en cuenta las circunstancias sociales e individuales. Es decir, echamos a un lado el beneficio individual para dar paso al beneficio social. La carestía de medicamentos y poca disponibilidad de camas y soportes ventilatorios conllevan al replanteamiento de la fórmula CU: costo/utilidad. Los recursos disponibles se deberán destinar no, a los más graves sino a quienes tengan a futuro posibilidad de vida productiva, independiente de la edad y relacionado con patologías asociadas. Debe haber conciencia para asignar justamente los recursos restringidos. Se emplea el llamado triaje de guerra. Verde: leve. Amarillo: recuperable. Rojo: crítico. (necesario tomar medidas) Negro: no recuperable (se le da sedación) Gris: con más de una edad, si hay posibilidades se atiende y si no, morirá irremediablemente.
¿Consecuencias? Desafortunadamente, los médicos nos convertiremos en una especie de jueces para decidir quién vive y quién muere. Esto obliga a proponer estudios de nuevos escenarios bioéticos nunca antes planteados. Desde hace algunos años, en Venezuela hemos vivido al límite de nuestra profesión y hemos aprendido quién puede tener opciones de vivir y quién no, para lo que nuestra ética de beneficencia y no maleficencia nos han preparado. Lamentablemente nuestros deseos de curar se van sofocando ante nuestra impotencia. Sólo nos resta rogar al cielo
Médico Internista
Profesora de Bioética