IA, ¿cuestión de sobrevivir a una transición schumpeteriana más?

IA, ¿cuestión de sobrevivir a una transición schumpeteriana más?

Tiempo de lectura: 4 minutos

Una simple incursión por Google para conocer la disponibilidad de entradas, en internet, para el tema que trata el presente artículo, nos condujo a ponderar la atención que recibe en la Aldea Global el tema de la Inteligencia Artificial, IA.

Este tópico arrojó el día del escrutinio (06/04/2023) una cifra de 170 millones de entradas, algo superior a las 153 millones registradas para temas como la pobreza y las 108 millones correspondiente a la guerra en Ucrania, pero muy por encima de lo correspondiente para el cambio climático con 16 esmirriados millones. Eso sí, sustancialmente lejos de las 600 millones de entradas dedicadas a Donald Trump.

A la larga tanto los temas de Trump y la guerra en Ucrania serán rebasados porque no es previsible que la pobreza o el cambio climático dejarán de “molestar” al buscador Google o a cualquier otro medio que compita o complemente a este instrumento de uso ya cotidiano. Y en relación a la IA, cabe preguntarse si se mantendrá en el tiempo o será reemplazada como tema que concite la atención prioritaria de vastos sectores académicos, económicos y sobre todo los asociados con la tecnología.

Como cualquier innovación transformacional, lo arrollador que ha resultado la diseminación de aplicaciones de IA, con un millón de descargas en cinco días de la App Chatgpt, da pie para preguntarse si se está en la presencia de una revitalización del capitalismo en los términos establecidos por el austriaco-estadounidense J. Schumpeter con su famoso término de la destrucción creativa. También no es descabellado esperar que si bien habrá grandes impactos en la productividad de aquellos sectores que logren incorporar la IA a sus funciones de producción, a la larga será metabolizado como una innovación, importante si, pero no capaz de evitar la autodestrucción del capitalismo pronosticada por Marx.

Los inventores de las máquinas durante la Revolución Industrial no fueron acompañados de estudios de académicos o de investigadores-consultores que dieran cuenta de las consecuencias que tendrían esas máquinas en el devenir de los países que las adoptaran. Tuvo que pasar cierto tiempo para que se acumularan las evidencias de los cambios producidos y los historiadores especializados se dedicaran a relatarlos.

Es poco probable que los inventores de internet, computadora personal o del teléfono celular visualizaran los impactos macro y micro económicos que traerían los mismos. Ya habrá quienes se encargan de documentar los efectos. Pero con la IA, desde los primeros indicios de su socialización se disparan diversas especulaciones. No solo hay estudios rigurosos sobre las consecuencias del IA en la macro economía y en las organizaciones, por ejemplo, sino que también en la infodemia que acompaña la era digital, las alarmas surgen generando naturales reacciones entre los potenciales perjudicados por la llegada de esta nueva herramienta tecnológica.

Entre los estudios que aconsejan una lectura atenta sobre el devenir en el empleo y en la productividad de las empresas que tendrá la IA recomiendo el artículo de Joseph Briggs y Devesh Kodnani de Goldman Sachs, en el cual analizan los efectos potencialmente grandes de la inteligencia artificial en el crecimiento económico. Aunque basados en data de EEUU y la Unión Europea señalan algunas tendencias probables que bien vale la pena tener presente en nuestros países. Tarde o temprano cualquier innovación, o invento, engendrado en cualquier rincón del planeta, será transferida de diversas maneras y a diferentes ritmos al resto de rincones.

Como ha ocurrido en el pasado con otras innovaciones o con inventos aplicados a procesos administrativos o de producción, se generan obsolescencias que llevan a eliminar oficios y con ellos empleos. Los adalides del progreso técnico ante los reclamos de quienes pierden su sustento se apresuran a ofrecer que habrá puestos de reemplazo. Es cuestión de sobrevivir la transición. Claro siempre y cuando la sociedad y en particular los gobiernos cumplan con los deberes de crear nuevos empleos.

Una mirada ligera a la historia de las revoluciones tecnológicas constata que hasta antes de la aparición de la IA los principales y mayoritariamente afectados por las innovaciones tecnológicas aplicadas en las empresas eran los obreros, sobre todo los de más bajo nivel. Mientras más baja sea la calificación del trabajador despedido por una innovación adoptada, más fácil es reinsertarlo en otro trabajo que no exija calificación. El problema con la IA es que los oficios amenazados no son precisamente los de baja calificación, sino que apuntan a profesionales. Administración, asuntos legales, arquitectura, ingeniería, finanzas y educación, entre otros, están en la mira de ser desplazados por la IA. Artistas, músicos, creativos, pintores, por ahora, pareciera que no están en primera fila para ser desbancados por la IA. Los que por ahora no están en el ojo del huracán son los que requieran análisis crítico como planificación, estrategia, entre otros.

Registra la historia que en 1799 un tejedor, al parecer con nombre inventado, Ned Ludd, para actuar clandestinamente, destruyó el telar de su patrón dando lugar al movimiento luddista que hubo ser reprimido militarmente en 1812 en Inglaterra, epicentro de la Revolución Industrial, ante las rebeliones de obreros desplazados por las maquinas. La irrupción de la mecanización industrial condujo a los sindicatos y parecía que Marx iba a ver coronada su profecía de la destrucción del capitalismo. Pero no ocurrió así, o no ha ocurrido por ahora así, pues obreros, gerentes y accionistas conviven en el formato de la empresa hasta nuestros días.

Habrá que ver si los gerentes y profesionales desplazados por la IA se sindicalizan y se enfrentan al capital asociado a esta herramienta, para dar cumplimiento al pronóstico marxista. O, teniendo más avío intelectual los profesionales afectados por la IA, optarán por reinsertarse en nuevos sectores económicos o se reinventan para aumentar su productividad y seguir laborando para sus patronos actuales. También se puede optar a crear propios emprendimientos e iniciativas de sustentación individual o colectivamente.

Hay indicios de luddistas en este siglo XXI, unos pidiendo regulación de la IA, otros pidiendo se suspenda por un tiempo mientras se analizan sus efectos, otros se aprestan a reconvertirse para no quedar varados. Pero no es previsible que alguien se le ocurra destruir los pc o los celulares para impedir la difusión de la IA.

Lo que sí es posible es que los luddistas surjan como hackers pero de nuevo la destrucción creativa funcionará y surgirán los anti virus para quienes quieran malograr o mal usar al nuevo disruptor que tras los naturales forcejeos y dolores de parto terminará alojado en nuestras vidas.

REFERENCIAS:

https://www.ansa.it/documents/1680080409454_ert.pdf

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