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La economía social tendrá que hacerse presente, de nuevo, cuando tragedias como el coronavirus desbordan la institucionalidad en los países.
Perspectiva al tipo de sociedad: La Peste Negra como referencia ante el Covid19
Es de común y general aceptación entre expertos y legos que hoy más que nunca pudiéramos parafrasear a Sócrates y decir que ¨solo sabemos que no sabemos nada¨, con especial pertinencia a los plazos y modalidades de superación de las consecuencias que la pandemia COVID 19 está ocasionado a la humanidad.
Si se aceptan algunas opiniones sobre la contribución de la peste negra al debilitamiento del feudalismo, no es tan temerario afirmar que el COVID 19 se hará sentir también en la fortaleza futura del capitalismo, sin llegar a pretender que morirá de este virus pues evidentemente posee muchísimos anti cuerpos para la infección económica actual.
A pesar de las enormes diferencias contextuales de la peste negra en la Edad Media y el coronavirus del Siglo XXI, ambas pandemias fueron enfrentadas sin una sólida gobernanza global. La salida de EEUU de la Organización Mundial de Salud, las diferencias surgidas en la Unión Europea acerca de cómo apoyar a los países más afectados, la lentitud con la que organismos multilaterales se mueven para socorrer a los más necesitados constituye, entre otras manifestaciones, señales de que son los Estados-nación, como en antaño los Estados-feudales, los que han cargado con el peso de la lucha contra el COVID 19.
El Cooperativismo nace y aún parece vigente
En el feudalismo, no había Estado de Bienestar, pero desde la iglesia o desde los gremios artesanales surgió la mutualidad para enfrentar solidariamente no solo las crisis sanitarias sino las calamidades sociales y económicas propias de la época. De las cofradías y sociedades mutuales surgieron las cooperativas, estigmatizadas y despreciadas inicialmente como socialismo primitivo, no científico y metabolizadas parcialmente a través de los sindicatos que surgieron para negociar con el capital mejores condiciones laborales ante un capitalismo, también señalado como primitivo, surgido al amparo de la Revolución Industrial.
De la experiencia de 1761 cuando unos tejedores escoceses compraron avena para revenderla a sus asociados, hasta la fusión en corporaciones gigantescas de los años setenta del siglo XX (ver Tabla anexa) el movimiento cooperativo llega a la pandemia del COVID 19 con más de doscientos años de construcción resiliente de un modelo socio productivo que desafía simultáneamente las fallas del mercado y las ausencias del Estado, estando presente en diversos sectores económicos.
El cooperativismo hoy ya no es marginal pues hay más de tres millones de cooperativas en el mundo cuyos socios representan el doce por ciento de la población mundial y dan empleo a más del diez por ciento de la fuerza laboral. No es para nada una fuerza despreciable y lo más destacable es que ese movimiento, a diferencia de las micros y Pymes, disponen de una capacidad de interacción con los centros de poder económicos y políticos producto de una envidiable organización mundial.
Fuente: World Cooperative Monitor. Exploración de la economía cooperativa. Informe de 2018
(a): https://www.icmif.org/es/news/member-news-zenkyoren-ranks-fifth-am-best-global-ranking-net-premiums
(b): La cifra de Nonghyup incluye datos de las empresas filiales del sector bancario y de seguros
Las cifras de Mondragón incluyen las relativas a su filial Eroski dedicada al comercio.
¿Se mantendrá el ímpetu de las cooperativas en esta nueva crisis?
Al igual que las micros y pequeñas y medianas empresas, Pymes, las cooperativas y otras formas de la llamada economía social coexistieron y hasta crecieron como lo hacía el Producto Interno Bruto en la llamada época de oro del capitalismo regulado, 1953- 1973. Pero al presentarse en el último cuarto del siglo XX la desaceleración del crecimiento y aparecer recurrentes crisis, la respuesta de las élites gobernantes en la mayoría de países ha sido, hasta ahora, deshacerse de muchas prestaciones del Estado-nación regulador y patrocinante del Estado de Bienestar, llevándose consigo a los eslabones más débiles del tejido socio productivo de los países, surgiendo la informalidad como vía de sobrevivencia.
Es con la debilidad de la informalidad, estructural por lo menos en América Latina y El Caribe, con que sobreviene el COVID 19 agarrando desprotegido no solo a empresas grandes mimadas por gobiernos, sino también a los parientes pobres, entre ellos las cooperativas. Según la Organización Internacional del Trabajo – OIT, para el año 2018 laboraban bajo el formato de la economía informal alrededor de dos mil millones de personas, que representaba el sesenta por ciento de la población activa del mundo (OIT, 2018).
Por su parte, el Banco Mundial en junio 20201 liberó un sombrío reporte en el cual prevé una contracción del PIB mundial para este año del 5,2 por ciento, el mayor en ocho décadas, alertando del empeoramiento de los pronósticos en la medida que se prolongue el tiempo para controlar la pandemia COVID 19. En las distintas agendas de decisores públicos, nacionales o internacionales, se incorporan los delicados temas de decidir a quién proteger, cuándo y cómo intervenir, todo en un contexto geopolítico de fuertes tensiones entre las que destaca la guerra comercial China-Estados Unidos.
Las cooperativas hoy encaran el neoproteccionismo que ya se asoma en diferentes países para cuidar, amparar o apadrinar a las grandes empresas, dejándoles a los pequeños los residuos de las subvenciones o incluso excluyéndolos de los planes de reactivación, por aquello de que los grandes no pueden caer pues sus efectos son más desastrosos.
Las cooperativas, como todos los agentes socio económicos apelarán a distintas opciones, y si bien pueden hacer uso de su inserción en los centros de decisión también deben estar preparadas para reinventarse y mutar hacia nuevas formas de organización e incluso de adoptar nuevos formatos jurídicos.
Por ejemplo, cooperativas de producción pueden requerir reconvertirse bajo el paradigma de la digitalización para lo cual un formato de Pyme les puede ser más adecuado o bien pueden buscar apalancamiento financiero permitiendo la incorporación de socios capitalistas sin sacrificar los principios del cooperativismo, sobre todo el de la democracia de gestión y la solidaridad retributiva, tal y como es el caso de las sociedades anónimas laborales de respetable presencia en algunas regiones de España e incluso en algunos países latinoamericanos como Costa Rica y Argentina.
También pueden apelar a alianzas estratégicas entre ellas, en particular siguiendo el benchmarking de las cooperativas, la Corporación Mondragón, del País Vasco, España. Las franquicias son también una opción válida para cooperativas que tengan la necesidad de fortalecerse financiera y organizacionalmente para llevar a los mercados sus productos.
Esperemos que el cooperativismo siga siendo el buque insigne de la llamada economía social y que en la construcción de una nueva normalidad pos coronavirus, haga valer la resiliencia de casi tres siglos demostrando que si es posible desafiar la polarización infructuosa mercado vs Estado.
1 https://www.bancomundial.org/es/publication/global-economic-prospects
https://www.cnti.gob.ve/images/stories/deinteres/SoftwareLibreparaproyectosdelaeconomiasocial.png
Ingeniero Industrial
(1972, Universidad de Carabobo, Venezuela)
Maestría en Administración de Empresas
(1986, Instituto de Estudios Superiores de Administración, IESA, Venezuela)