La Santísima Trinidad para decisores en tiempos de coronavirus

La Santísima Trinidad para decisores en tiempos de coronavirus

Tiempo de lectura: 3 minutos

Ramón Rosales Linares
rrosaleslinares@gmail.com
@rrosaleslinares

En momentos de retro inspección forzada al que conduce el #quédate en casa, propicia es la ocasión para reflexionar los desafíos que un ambiente como el de la pandemia del coronavirus impone a quienes deben tomar decisiones, correspondan estas al ámbito personal o al de países, incluyendo las decisiones en las organizaciones locales e internacionales, con o sin fines de lucro, impactadas sin contemplación por este súbito, pero no inesperado, disruptor de la vida del planeta tierra.

Polémicas por doquier pululan en las redes acerca de las causas, efectos y estrategias para enfrentar la primera pandemia del siglo XXI. Dejo a los eruditos que alumbren sobre el tema y prefiero invitarles a ustedes a compartir algunas reflexiones que surgen en relación al enfoque requerido por los decisores para ejercer sus roles, cualesquiera que estos sean.

Una de las demandas que barrunto ronda en los decisores es acerca de cuánta intuición y cuánto razonamiento se debe emplear en tiempos de coronavirus. Imaginándonos un eje para ilustrar el espectro de combinaciones intuición-razonamiento, en un extremo se ubicarían las decisiones adoptadas a “corazón limpio”, mientras que el otro extremo acoge las decisiones a “cerebro puro”. En la práctica, me atrevo a desafiar las teorías de decisiones, apreciando la imposibilidad de dejar a un lado la intuición, así como tampoco veo posible una decisión totalmente elaborada por algoritmos.

En un libro que me recomendase el amigo Humberto Barazarte, El Elemento de Ken Robinson con Lou Aronica en el prólogo, a cargo de Eduardo Punset, se puntualiza que la intuición “tan despreciada y postergada con relación al pensamiento consciente, era una fuente de conocimiento tan válida como la razón”. El abordaje de la intuición como fuente de conocimiento permite superar arrogancias tecnocráticas de quienes solo ven números y hechos soportados por las leyes de las ciencias, aunque algunas veces estos hechos no respondan precisamente a rigurosidades científicas, pero “lo dice el Doctor”1. La intuición debe asumirse como un insumo tan válido como cualquier otro, necesario para procesar una decisión y ella forma parte de la Big Data que cada decisor, vale decir, cada Homo sapiens, tiene en su interior y que bueno es “escarbarlo”, o minarlo, para extraer conocimientos que deben ser confrontados con la Big Data del entorno.

La intuición debe someterse a lo que nacido en el mundo militar se ha empleado en el ámbito gerencial: la apreciación de situaciones. Y aquí es donde, creo yo, está el primer peligro de sucumbir a la tentación de dejarse llevar únicamente por la intuición, al obviar la apreciación de la situación por aferrarse a lo que dicta el corazón o, bien, efectuar sin rigurosidad el respectivo análisis situacional. Un antídoto para este peligro está, sigo creyendo yo, en completar la apreciación de la situación con la visibilización de las consecuencias que se derivarían de adoptar o no la decisión en consideración.

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Intuición, apreciación y visualización un trio imprescindible para mejorar la calidad de las decisiones. Nada sobra, todo tiene su valor

Intuición, apreciación de situación y visibilidad de consecuencias integran la Santísima Trinidad a las cuales pueden apelar los decisores en tiempos como los actuales, en los cuales no podemos darnos el lujo de prescindir de la intuición como una fuente de conocimiento que cada decisor posee y que ningún algoritmo caza datos logra accesar. No tengamos miedo a lo que nos dicta el corazón ni tampoco temor a hacer el ridículo si expresamos lo que intuimos. Sometamos nuestras intuiciones al test de la racionalidad y enriqueceremos esta. Rematemos la faena decisoria esforzándonos para visualizar las consecuencias de las acciones que se ejecutarían bajo la decisión analizada. Tengamos no solo el plan B sino también el C, el D y hasta el Z, e incluso atrevámonos a reiniciar el proceso decisorio replanteándonos las opciones en función de las visualizaciones que logremos.

1 Al respecto recomiendo ver las reflexiones de una científica acerca de la era de la pos verdad, que está presente no solo en los coloquios no profesionales sino en el mismo mundo de los científicos. https://elgatoylacaja.com.ar/pensar-con-otros/capitulo-1/

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