¿Qué prevalecerá en el post COVID 19?: cooperación vs rivalidad

¿Qué prevalecerá en el post COVID 19?: cooperación vs rivalidad

Tiempo de lectura: 5 minutos

La pandemia COVID 19 debería hacernos reflexionar que lejos de rivalizar egoístamente deberíamos cooperar para ganar – ganar

En un novedoso enfoque de la historia, la pareja padre-hijo J. R. McNeill y William H. McNeill1 a través de su ameno libro LAS REDES HUMANAS,Una historia global del mundo, nos otorga una particular plataforma de análisis del desenvolvimiento socio económico de la humanidad desde tiempos antiguos hasta la era actual.

Basándose en el concepto de redes, los McNeill nos ilustran las dinámicas de interacción de los hombres, a ratos marcadas por la cooperación, a ratos impregnadas de rivalidad.

En una acepción simple, red es una infraestructura que conecta a unas personas con otras y a través de ellas se produce la interacción y el intercambio. Acostumbrados, o sesgados, a analizar las interacciones e intercambios a través de otros constructos del hombre, mercado, Estado, religión, academia, entre otros, perdemos la oportunidad de visualizar otros mecanismos ideados por la humanidad, casi sin proponérselo expresamente, en los cuales es posible encontrar explicaciones por resultados que solo valoramos bajo el cristal de contados constructos.

Así, el comercio lo analizamos y evaluamos bajo las leyes del mercado o del Estado, y también las emigraciones y sus problemas la encajamos dentro del Estado y la Geopolítica, cuando no en las religiones. Pero resulta que a través de la consideración de las redes nos podríamos percatar que hay en ellas prácticas, que más allá de las acciones del mercado, del Estado o incluso de las religiones, son las que permiten la interacción de las personas y el intercambio de bienes y servicios desde lugares distantes geográficamente.

La institución mercado, por ejemplo, contempla mecanismos de competencia en la cual la cooperación, cuando es deseada, aunque no sea común en la práctica, se logra mediante una serie de reglas de juego informales o formales en las cuales, obviamente, debe privar el interés económico de las partes. A veces el Estado se involucra en regular, estimular o prohibir una cooperación inter empresas en función de intereses extra económicos.

Estado y mercado dependen en la práctica de la bondad u hostilidad de las redes por donde se materializan los intercambios. Allí, a la hora de las chiquiticas, hay un ambiente a favor o de la cooperación o de la rivalidad, prevaleciendo uno u otro, en un momento determinado, en función de múltiples factores y circunstancias casi imposibles de atrapar en su totalidad por los convencionales enfoques de análisis disponibles.

Redes Humanas: El dilema de cooperación o rivalidad

Si reconociéramos que independientemente de los bloqueos económicos impuestos a una región o país, o de las prohibiciones para el ingreso de inmigrantes no deseados, el comercio y las emigraciones se continuarán produciendo por la existencia de redes forjadas en el pasado y que siguen ¨vivitas y coleando¨ (aún con vida), apuntaríamos las estrategias a tratar de descubrir cómo cooperar con agentes disponibles en las redes a las cuales estamos conectados, o bien, indagaríamos cómo rivalizar con otros competidores, reales o potenciales, que nos amenazan o comparten con nosotros mercados apetitosos.

Desde que nuestros ancestros salieron de África, el hombre lo que ha hecho es tejer incesantemente una red desde cuyos nodos y segmentos brotan periódicamente acciones, planificadas o no, que traen como consecuencia inexorable el ensanchamiento de medios por los cuales circulan bienes y personas. Desde las incursiones militares tipo la de Alejandro Magno hasta el enlazamiento por telecomunicaciones del mundo contemporáneo, el intercambio de bienes y el traslado de personas se hacen dentro del dilema continuo de cooperar o rivalizar. A ¨ojo de buen cubero¨ (percepción aproximada de un conocedor) puede decirse que gran parte del ensanchamiento de la red humana se ha logrado a partir de la rivalización, entre pueblos, Estados o empresas mercantiles, invocándose argumentos religiosos, de seguridad o incluso de mandatos de supuestos destinos manifiestos. La cooperación para ensanchar y vivir confortablemente en red ha sido más de altruismos, también a veces estimulados desde religiones pacifistas, o como respuestas a desastres de rivalidades, caso de la Segunda Guerra Mundial, o a la que se espera, ¿ingenuamente? después del COVID 19.

Mirando el COVID19 desde lo vivido en la 2da Guerra mundial

Por los impactos variados y profundos que se están apreciando como consecuencia de la pandemia del coronavirus, no es aventurado afirmar que el antecedente más cercano a esta calamidad la conseguiremos en la Segunda Guerra Mundial. Esta conflagración si bien no tuvo la extensión geográfica que ha tenido el COVID 19, ambos significan los más recientes eventos destructores de la red humana que se viene construyendo desde tiempo pasado. Hay similitudes y diferencias que bien vale la pena apreciar para no montarse ¨pajaritos preñados¨ (distraído de hechos concretos) en relación al futuro post pandemia.

Mientras en la Segunda Guerra Mundial el estrangulamiento de la red se originó por la rivalidad entre unos específicos Estados (Alemania, Japón, Gran Bretaña, EEUU, URSS, Francia, etc.) la parálisis de la red que ocasionó el coronavirus no fue por una rivalidad bélica sino en el marco de una intensificación de la cooperación que acompaña a la globalización reanudada después de la guerra y acelerada en la post Guerra Fría. Ambos eventos, sin embargo, una vez superados inauguran una etapa de reconstrucción en la cual, en principio, la cooperación pareciera ser atractiva.

Mientras la post Segunda Guerra engendró una cooperación que abarcó tres frentes claramente diferenciados; no estoy seguro si esos frentes, en cantidad y orientación, serán los mismos en esta ocasión del post COVID 19. La destrucción material de la Segunda Guerra Mundial generó toda una reconstrucción que solo podía ser atendida, con la presión del tiempo y de los lugares afectados, por la alianza de varios actores: empresarios, gobiernos, entes multilaterales, etc. Para atender el frente de la reconstrucción material, el periodo de post guerra parió otro frente como fue el de la construcción de un ¨tinglado¨ (palabra para referirse a una estructura fija estable) de instituciones que intentaran una gobernanza mundial que todavía sobrevive hoy: Naciones Unidas, Organización Mundial del Comercio, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial de la Salud, Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. El tercer frente que abrió la Segunda Guerra Mundial, que lamentablemente sigue abierto, aunque ciertamente medio apaciguado, es el de la carrera armamentística potencialmente destructiva de todo el planeta.

De lo que se ha visto en el debate sobre el futuro inmediato post COVID 19, lo más seguro no es la reconstrucción material sino la reactivación de la red que existía pre COVID 19, por lo que no hay una presión como la había en 1945 para cooperar, dejándose colar por allí la rivalidad en decisiones sobre el cómo, cuándo y a qué ritmo regresar a la normalidad, qué sectores proteger, cuánto invertir o gastar, y así por el estilo.

Donde hay también mucha polémica es acerca de cuánto Estado de Bienestar se necesitará, no solo para resarcir los daños socios económicos del coronavirus, sino también de cómo financiar a ese aparato y además cómo debe manejarse. Recuérdese que el Estado de Bienestar surgió en buena medida para evitar que el “comunismo” se expandiera. ¿Cuánto está dispuesto a financiar el capital privado para prevenir rebrotes del COVID 19 o pandemias similares?

Como el ¨coscorrón¨ (golpe en la cabeza) que se ha llevado la globalización es de tal tamaño que aún están untándose tintura árnica los líderes del mundo, no abrigo muchas esperanzas de que, como ocurrió con la Segunda Guerra Mundial, se produzcan consensos para cooperar a la brevedad. Esta vendrá después de que transitemos un cierto trecho de rivalidad. Es mejor prepararse para este escenario en la cual debemos contar más con los recursos endógenos que con los de ayuda externa. Aprestémonos ergo a sacarle todo el juguito a los recursos con que aun contamos a nivel de familia, empresa y país. Para eso el límite está en nuestros cerebros, no en el cielo.

REFERENCIAS

McNeill J.R. y McNeill William H. Las redes humanas. Editorial Crítica, Barcelona, España, 2004

1 McNeill J.R. y McNeill William H. Las redes humanas. Editorial Crítica, Barcelona, España, 2004

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3 Comments
  1. José Carrera dice:

    Me encantó el artículo, saludos

  2. jesus Lopez Polanco dice:

    Interesante reflexión. Las redes y su importancia. El hecho de que datan de muchos años y la necesidad de reordenar la interacción, llevan al lector a la necesidad de reflexionar sobre la rivalidad, la cooperación y el enfrentamiento de la pandemia.

    muy buen articulo

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